sábado, 26 de marzo de 2011

Manifiesto del Ser y su inmanencia místico-poética
en la plástica amerindia

La obra visual de culto --obra plástica en sí como expresión de una poética--

es una implícita coerción ontológico-significante. Dicho en otras palabras:
un objeto sublimado contenedor y exponente del Ser; el Ser de comunidades proyectando su pensamiento mítico-mágico para el conjunto social.
Ahora bien, hubo fundamentos y contenidos, razones inmanentes que necesitan desocultarse para una percepción comprensiva. Esos contenidos estuvieron

basados en ideas, preceptos y objetivos que, en un sentido existencial, poseyeron utilidad ritual y funcionalidad religiosa estableciendo una conducta sociopolítica convencionalizada.
No se puede lograr una plausible comprensión de la plástica amerindia si primero

no se analizan los pensamientos involucrados, si no se no establece una tesis integradora de la dialéctica contrapuntística plasmada en las obras de tales pensamientos. Éstos componentes ideológicos fueron diseñados con metonimias visuales signales e ideográficas comunicantes, plasmadas en obras plásticas.
Tal ensamble de ideas visuales, simbólicas y lingüísticas debió actuar para la percepción de estos pueblos de manera simultánea e interdependiente, dogmática
y mística, conformando un complejo pensamiento cargado de magia y sentido.
Tales pensamientos arraigan en el Ser de la obra, son su causalidad vital. Se los presenta racionalmente y, aun sin conocer su significado, producen un emotivo impacto mostrando una coherente morfología. Conociendo su sentido se produce

la percepción total: el Por Qué, el Para Qué y el Cómo, son su inmanencia.
El espectador es doblemente conmovido: por la expresión de la obra y su materia
y por la cohesión evidente entre diseño, forma y contenido. Así, en esta integridad plástica, es patente lo Estético descultando el Ser.

Lo configurado
En esta síntesis de enumeración general de la ideología y corporeidades amerindias y sobre qué hicieron plásticamente, se debe esclarecer la evidente capacidad de reflexión doctrinaria y de configuración cosmovisiva que sus obras, en especial las iconográficas, trasmiten. Considerando los pocos documentos escritos autóctonos que restan, donde más se captan los pensamientos simbólicos es en las obras plásticas. Estas expresan pretéritos pensamientos cosmovisivos, míticos y religiosos, de ancestrales pueblos y, en esas imágenes subyace ínsito el Ser amerindio. Tales contenidos son la real estructura intelectual, expresiva y declarativa de su existir, de su ontología, porque la magnitud metafísica de la reflexión que originó la creación del diseño de las obras, generó presencias arquetípicas de metonimias cósmicas, deidades y cosmogonías. Cada obra es, en general, un ente creado cuya corporeidad configurada es simbólica, cuya forma contiene lo cósmico en sí.
(No ha habido obra plástica profunda sin pensamiento gestor profundo patentizando el Ser).
Es indudable que en Amerindia hubo hombres con mente superior, que estructuraron intelectivamente las culturas importantes. Su colosal obra es la concreción, inspirada y estética, de una catarsis expresiva.

Lo mítico. Lo metafísico
Los mitos, basamento esencial de la Fe, siempre integrados al ritual de la

agricultura, fueron sagradas entelequias que energizaron el accionar humano
y establecieron taxativamente el principio de la superioridad del poder de algunos animales sobre el del hombre, juntamente con las míticas acciones heroicas de
entes deificados. De esta manera, tres familias de animales
--felinos, ofidios y aves-- entre muchos venerados, fueron sacralizadas como alegorías cósmicas y diseñadas signal e ideográficamente. Ellos dieron sustancia mágica y sentido paradigmático a la energía vital prodigada por el cosmos y dando directivas al accionar del hombre. Fue un zoo de entidades portadoras de

cualidades superiores --vida, muerte, lluvia, maíz, etc.-- que derramaban sobre
la comunidad. Por tales daciones, los pueblos debían venerarlos renovando sus sacros poderes, con ritos, grandes ceremonias y sacrificios. Tales entes hicieron nacer en las teocracias y/o militarismos gobernantes pensamientos visuales arquitectónicos, cerámicos, escultóricos, orfebreriles, pictóricos y textiles,
que fueron plasmados con enésimos diseños de impar originalidad: formas, espacialidades y cromatísmos como visualización plasmada de lo sagrado.
La naturaleza de un mito no varió con los cambios morfológicos acaecidos

en las diversas culturas; por el contrario, se acentuó en diseños que
enriquecieron el acervo plástico-religioso que las culturas hegemónicas
ejecutaron.

Esteticismo plástico
De acuerdo con el tratamiento técnico artesanal, en general se revela en las obras vocación por la forma y una esmerada y sensible expresión de la materia. Esto hace que el talento manual, cual paradigma de lo plástico, evidencia la intención, consciente o inconsciente, de desocultar el verdadero sentido del material manipulado. El continuo y armónico énfasis estético que evidencian, tanto el tratamiento de la piedra logrando su máxima petricidad,
--cualidad de lo lítico--, del vitalismo –cualidad de lo modelado en arcilla o estuco--,

y el esplendor –cualidad del oro-- son muestras de los altos valores plástico-expresivos alcanzados en Amerindia.
Las particulares Geometrías Sagradas --donde los números y los polígonos adquieren relevancia mágico-mística-- creadas por las culturas hegemónicas,

más los cánones morfoproporcionales, armonías extraídas de dichas Geometrías, establecieron las estéticas compositivas de los diseños. De esta manera,
se concretaron los Modos Estéticos: Monumentalismo e Intimismo, y los
Estilos Morfológicos con que cada cultura se expresó formalmente de acuerdo
con su autóctona idiosincrasia plástica.
Las estéticas precolombinas fueron volitivas y configuradas, estudiadas

y aplicadas como un sagrado medio para ordenar formas coherentes con los contenidos, para lograr visualmente lo mítico-religioso, ideográfico-metafísico,
signal-semiótico, cósmico, cosmogónico, astronómico-matemático y
estético-plástico.
Tal, el colosal acervo legado que perenniza la sublimada presencia del Ser amerindio.